San Saturio

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Hoy es el día grande de nuestro eremita favorito, aquel visigodo que vivió en el siglo IV, que repartió su herencia entre los pobre, y que se retiró a la cueva de Peñalba en la Sierra de Santa Ana, posteriormente custodiado su acceso por los templarios de San Polo, donde llevó una vida de oración continua y de contemplación.

 

Según cuenta la leyenda, cuándo Saturio llevaba viviendo treinta años en la que cueva en la que se asienta la ermita, vio a un joven (de nombre Prudencio) que intentaba cruzar a nado el río y le empezó a advertir de la peligrosidad de la acción. Cuando todo el mundo esperaba que el joven muriese ahogado por la corriente, llegó sano y salvo a la orilla caminando sobre la capa del anacoreta. Es más, ni siquiera llegaron a mojar las aguas sus prendas. El joven subió hasta lo alto de aquellos riscos para solicitar su bendición y de paso pedirle permiso para quedarse a vivir con él.

 

Tras la muerte de Saturio en torno al año 570, Prudencio a.k.a. San Prudencio a.k.a Obispo de Tarazona, “alumnoâ€? durante siete años del propio Saturio, continúo evangelizando desde posiciones cada vez más prominentes hasta que la figura del eremita fue elevada a los altares por aclamación popular.

 

En la ermita erigida sobre la cueva, San Miguel de la Peña (reconstruida a finales del siglo XVII como la actual San Saturio), junto al altar de San Miguel (del que Saturio era muy devoto) está señalado el lugar donde aparecieron las reliquias de San Saturio y cuya lápida lo recuerda. Por lo visto todo este recinto estaba totalmente tapiado hace algunos años y sin embargo los sorianos aprovechaban para meter la cabeza por un pequeño ventanuco ya que aseguraban que era un excelente remedio para mitigar los dolores de cabeza, probablemente por la fresca brisa que circulaba por ese conducto de la cueva.

 

En la viñeta de hoy hacemos referencia a otro de los milagros atribuidos al patrón de Soria. En lo que eran las dependencias del santero, hay una ventana, la mas alta de la cueva, de la que la Historia cuenta que, en 1772, un niño de 6 años y medio, Romualdo Barranco, natural de Carbonera, curioso por ver el impresionante paisaje que dibuja el Duero desde aquí, le hizo caer de la ventana, y por intervención del manto del Santo se salvó y apareció sin un rasguño de rodillas a las orillas del Duero.

 

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CONQUISTANDO SORIA

Hoy nos vamos hasta San Esteban de Gormaz, Conjunto Histórico Artístico. Esta localidad soriana está situada en la Ruta de la Lana y en el Camino del Cid, ruta del destierro de El Cid, en la orilla del Río Duero. También discurre por el suroeste de San Esteban de Gormaz la ruta del vino g bastian y recorre seis localidades en sus 33 kilómetros de itinerario. La ruta se caracteriza por recorrer poblaciones con un gran número de bodegas y lagares (Soto de San Esteban, Aldea de San Esteban, Peñalba de San Esteban, Piquera de San Esteban y Atauta).

La primera referencia de vida humana es un hacha de talón de la época celtíbera, fechado en el año 900 a.C. San Esteban de Gormaz era un castro de cierta importancia, como cruce de caminos entre Clunia y Tiermes y Uxama y Segontia Lanka. Adentrándonos ya en la historia, encontramos asentamientos romanos y árabes de los que aún se conserva cierto patrimonio.

Los árabes la consideraban un importantísimo núcleo cristiano, por lo que fue objetivo militar de ambos bandos durante 200 años: desde que se inició la construcción de su castillo por los árabes en el siglo IX (tiempo en que la población se llamaba Castromoro), hasta que cayó finalmente en manos del reino de Castilla. Las innumerables contiendas que tuvieron lugar durante todo este tiempo no fueron óbice para que este lugar situado en la frontera de Castilla se consolidara como núcleo urbano.

Alfonso X el Sabio estuvo dos veces en la villa sanestebeña y la inmortalizó al componer sus Cantigas de Santa María, una de las cuales relata la leyenda del Vado de Cascajar. Los Reyes Católicos concedieron en 1504 a San Esteban el privilegio de abaratar el pan.

En 1187 se celebran en la villa las primeras Cortes de Castilla y su importancia sigue creciendo hasta que a finales del siglo XIII alcanza su máximo esplendor. Para esta fecha ya contaba con 3.000 habitantes (120 caballeros), cuatro parroquias y dos monasterios situados fuera de los límites de la villa.

A partir de esta época, irá decayendo lentamente.

En la foto de Ana Isla podéis ver la iglesia románica de San Miguel junto al buen Cid catando uno de los ricos vinos de la zona.

Los arcos de San Juan de Duero, uno de los primeros monumentos nacionales declarados en España, forman parte de los restos del convento que la orden militar del Hospital de Jerusalem tenía a orillas del Duero en la defensa del paso del puente del que también se encargaba la orden del Temple de Jerusalem en San Polo.

Durante muchos siglos, este convento fue el centro de las actividades del gremio de caballeros de los DOCE LINAJES TRONCALES de la ciudad de Soria.

La construcción del monasterio entre los siglos XII y XIII supuso el desarrollo en el centro de Castilla de todas las influencias artísticas del Mediterráneo de la época, ya que los caballeros hospitalarios trajeron a la ciudad de la ribera del Duero sus experiencias en las Cruzadas y en las distintas batallas en las que intervinieron. Así, San Juan de Duero aparece como una obra singularísima dentro del románico castellano y como la simbiosis de las corrientes estéticas de la época.

El claustro puede ser interpretado como una imagen del mundo conocido alrededor del mediterráneo, reflejando las culturas cristiana e islámica y sus relaciones.

Un paseo alrededor del claustro suponía entonces y ahora un viaje imaginario por el románico cristiano, el arte andalusí, el arte bizantino y el arte califal.

La precisión técnica del labrado y de la talla de los arcos no tienen parangón en España, siendo todo el conjunto el reflejo de una complejidad matemática y geométrica que impresiona a quien se adentra en su estudio.

Si el claustro tiene gran valor artístico, el valor del edificio de la iglesia no le va a la zaga. Con dos templetes abovedados que muestran capiteles de compleja simbología y bella factura.”

Foto: Valentin Guisande

Soria es Poesía y placer para los sentidos 

Tal vez uno de los lugares donde la motivación poética brote con mayor espontaneidad sea la ruta que el Duero sigue por la ciudad de Soria, el camino en la ribera izquierda del Duero entre San Polo y San Saturio, camino por excelencia de Antonio Machado.

La paz, el silencio y a soledad son notas características del paso del río Duero por Soria. Por dicho paisaje, se contemplan numerosas personas paseando debajo de los álamos que bordean el río, o parejas de enamorados surcando el agua del río en pequeñas barcas de madera.

Como curiosidad apuntamos que si frondoso nos parece este rincón tan poético, más lo fue para los autores que lo cantaron, pues este paisaje fue claramente modificado por la construcción río arriba, del embalse de los Rábanos, en tiempos de Machado el río presentaba otra estampa, mucho más encajado rodeado de un ambiente mucho más frondoso, mucho más impactante.

FOTO: Ana Isla

 

 

 


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