Hola Guerrer@s!!
Hoy vamos a acercarnos a conocer la historia de un rincón en Soria lleno de misterio y leyenda, así como lugar de un suceso macabro: la cueva Zampoña.
En las márgenes del Duero, muy cerca de San Saturio y del Estadio de Los Pajaritos, hay un grieta sellada con mampostería y con una cruz grabada que reza así:
“El que en esta cueva entrare ni vivo ni muerto sale”
La sierra de Santa Ana está formada por calizas del cretáceo, agrietadas y cavernosas. Un ejemplo lo tenemos en la propia cueva sobre la que se construyó San Saturio. En el caso de la cueva Zampoña, la estratificación casi vertical de la roca ha facilitado la formación de dicha grieta, de profundidades insondables.
Pero esta información no la tenía Juan Zampoña, el nombre con el que pasaría a la leyenda Antonio Serón.
El 1 de marzo de 1748 a las nueve de la mañana, se dirigió Antonio Serón, al parecer un tanto ingenuo y fantasioso, acompañado de Esteban Alicante y Antonio Gallardo, a la peña Chavarría, donde se ubicaba una profunda cueva que, según relataba este Serón, contenía un tesoro.
Es así que Antonio Serón se interna solo en la cueva, desnudo para deslizarse mejor por sus oquedades, ante el temor y avisos de sus dos acompañantes. Envalentonado, Serón se introdujo más y más en la grieta hasta que, desde fuera, se oyó un fuerte golpe. Efectivamente, su compañero había caído a una sima.
Angustiados, los dos amigos fueron a buscar ayuda a la ciudad, volviendo al funesto lugar acompañados por las fuerzas vivas de la época. Pero los intentos de rescate, a lo largo de 48 horas, resultaron infructuosos, por la complicación de acceder al fondo de la sima de seis metros y medio de hondo, y en plena oscuridad a tal profundidad.
Pone la carne de gallina imaginar los gritos de angustia de Antonio Serón que, con las manos y las piernas rotas, imploraba que lo sacaran de allí, pues había algo que tiraba de él hacia la garganta de la cueva.
Pasadas las horas y ante el ensordecedor silencio que emanaba del interior de la sima, se certificó la muerte del imprudente vecino de Soria. Tapiose entonces la entrada a la cueva con mampostería y labrando la cruz antedicha. Aunque en esas horas fatídicas Serón estuvo en todo momento acompañado y se le proporcionó agua y alimentos, se cree que pudo llegar a morir de miedo.
Estudios psicológicos recientes afirman que la estancia aislada en lugares totalmente oscuros como las grutas, donde el sentido de la vista queda totalmente anulado, acompañado de los infrasonidos que puedan producirse en una caja de resonancia tal, activan mecanismos en el lóbulo temporal del cerebro de forma que puedan llegar a tenerse fuertes sensaciones de presencias.
Con la construcción de la presilla de Los Rábanos, el nivel del Duero subió varios metros, con lo que el acceso a la Zampoña hoy día es prácticamente imposible.
Fuente: Manuel García de Leániz (2014)